El Albaycín es una de las señas mayúsculas de la identidad granadina. El barrio está recostado sobre una altiva loma frente a la colina roja de la Alhambra. Sus calles son sinuosas, estrechas y huidizas; sus plazas luminosas, recogidas e íntimas; los palacios, casonas e iglesias rebosan de historia y arte.

En el Albaycín abundan los cármenes, que son casas con jardín, típicamente granadinas y los torreones mudéjares. Los miradores de San Nicolás San Cristóbal ofrecen magníficas vistas de Granada y la Alhambra. Aún se conservan restos de mezquitas, alminares, aljibes hispano-musulmanes y sobretodo un regusto muy andalusí y un sabor a vida cotidiana, bulliciosa y alegre.

Y las plazas de Porras, del Cristo de las Azucenas y de San Miguel Bajo transportan al visitante través de la nostalgia de una época, ya muy lejana en el tiempo.

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